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A la caza del gazapo

Todos nos equivocamos. Errar es humano. No rectificar, de memos.

José Rosa, desde Portugal, hace algunas correcciones al libro «Felipe e Hermoso. Anatomía de un crimen». Me encanta. Eso quiere decir que se lo ha leído. Y que la Historia está viva.

En la página 118, decimos que «Portugal se queda con el Atlántico«. José puntualiza, muy acertadamente: «excepto las Islas Canarias«. Cierto, las Canarias son castellanas desde la Paz de los Realejos (1496).

Luego, en la misma página, decimos que «Primero, Chabelita, la primogénita, se casa con Alfonso VI y, cuando se queda viuda, se le obliga a casarse con Manuel, hermano y sucesor de Alfonso«. Aquí se nos ha ido la pinza. Y José Rosa ha cazado el gazapo:

Alfonso, nieto de Alfonso V, hijo de su hijo Juan, heredero del trono portugués.

En efecto, Chabelita se casa con el príncipe Alfonso, el que se cayó del caballo. Así se le menciona las otras veces que se hace referencia a él (páginas 173 y 176). Pero en este epígrafe, en efecto, nos hemos confundido de Alfonso. ¡Claro, con tanto Alfonso, al final nos hemos liado! José Rosa nos explica que:

El marido de Chabelita (el príncipe Alfonso) nunca llegó a ser rey de Portugal. Cuando Chabelita quedó viuda, se casó con el rey Manuel I, que sucedió a Juan II (el hijo de Alfonso V), suegro de Chabelita. Manuel I, el cuñado de Juan II, que estaba casado con una hermana suya, Leonor. [José me escribe en portugués y la traducción es mía. Espero ser fiel a su intención, aunque ya se sabe que «traduttore, traditore»].

Vaya en nuestro descargo que esto también lo contamos en el libro (p. 176). Pero, ¡claro!, lo contamos 65 páginas más tarde, y eso es demasiado tarde. Y con otras palabras: «Como Juan II muere sin descendencia legítima, puesto que su hijo Alfonso se mató al caerse del caballo, no tiene más remedio que nombrar heredero a Manuel, su sobrino, y hermano de su mujer.»

También nos corrige una frase de la página 119. Decimos que «Su destino [el de Juana, la legítima] se decide en el tratado de las Tercerías, bajo supervisión directa de Isabel». José Rosa se ha dado cuenta de que

No existió ningún tratado llamado de Tercerías. Las llamadas Tercerías de Moura no fueron más que unas negociaciones que transcurrieron en paralelo al tratado de Alcazobas.

Nada que decir, más que José tiene, una vez más, razón. Lo que teníamos que haber dicho es que «el destino de Juana la legítima se decide en las Tercerías da Moura«.

Gracias a José Rosa, que, desde Portugal, nos hecho enriquecer un poquito más el contenido de «Felipe el Hermoso. Anatomía de un crimen«.

Y, como digo siempre, no os fiéis de lo que leéis. ¡Ni siquiera en este libro!