Archivo por meses: abril 2011

Notas teóricas I. El lenguaje

Podría decirse que el primer boceto del texto nació como parte de un proyecto personal de experimentación teórica de las posibilidades expresivas del lenguaje teatral. En ese sentido, lo que pretende Más Allá del Puente es sacar jugo a todas esas posibilidades. Viniendo del mundillo audiovisual, la primera pregunta que me hice fue: ¿qué puede aportar el teatro que no tenga la tele o el cine?

La mejor respuesta que se me ocurrió fue que uno de los elementos fundamentales que juegan en el teatro es el lenguaje.

Creo en la palabra como vehículo emocional, como elemento expresivo, como atrezzo de los sentimientos. Por eso, por ejemplo, me gustan los tacos y las onomatopeyas, porque son un elemento expresivo maravilloso, que conecta bien con ciertas emociones y aporta cierto sentido del humor. Pero como no solo de tacos y onomatopeyas vive el hombre, aquí os dejo un aperitivo de Pablo Neruda, que explica todo esto de la palabra mucho mejor que yo.

LA PALABRA

…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados.. Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces. son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes. ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recentísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.

 

El teatro y la poesía siempre han ido de la mano. Si es cierto lo que nos cuentan, el teatro nació en verso. Y sin ánimo de comparar (evidentemente), ahí tenemos a Shakespeare, Lorca, Valle-Inclán, Tennessee Williams… que han sembrado de poesía los escenarios.

Ahí va otra joyita, firmada por Tennesse Williams.

NOTAS DEL AUTOR PARALA REPRESENTACIÓN DE EL ZOO DE CRISTAL

Como El zoo de cristal es una «comedia de recuerdos», se la puede representar con una insólita liberación de todo convencionalismo. Dado su material, muy delicado o tenue, las pinceladas de ambiente y las sutilezas de dirección desempeñan un papel particularmente importante. El expresionismo y todas las demás técnicas no convencionales del teatro tienen un solo objeto válido, y es un mayor acercamiento a la verdad. Cuando una pieza emplea técnicas no convencionales, no trata —o, ciertamente, no debiera tratar— de eludir su responsabilidad de habérselas con la realidad o de interpretar la experiencia; pretende o debe pretender al menos hallar un ángulo de enfoque más próximo, una expresión más penetrante y vívida de las cosas tales como son, o por lo menos intentarlo. La comedia francamente realista, con su heladera auténtica y sus cubos de hielo auténticos, con sus personajes de lenguaje idéntico al de su público, se corresponde con el paisaje académico y tiene las virtudes de una semejanza fotográfica. Todos deben conocer ahora la intranscendencia de lo fotográfico en el arte; y saber que la verdad, la vida o la realidad son algo orgánico que la imaginación poética sólo puede representar o sugerir, en esencia, mediante la transformación, la transmutación en otras formas que las existentes simplemente en su apariencia.

Estas observaciones no deben considerarse sólo un prefacio a esta comedia en particular. Se vinculan a una concepción de un teatro nuevo y plástico, que debe sustituir al agotado teatro de los convencionalismos realistas si se quiere que el arte dramático recobre su vitalidad como parte integrante de nuestra cultura.

 

Sin estar de acuerdo en lo de la “intrascendencia de lo fotográfico” (al fin y al cabo, es otro elemento expresivo más que el teatro puede aprovechar), sí lo estoy cuando habla de las “técnicas no convencionales” como mayor acercamiento a la verdad, y que la vida solo se puede representar (yo añadiría “sobre un escenario”), en esencia, mediante la transformación de su apariencia.

No recuerdo donde leí decir a Lorca que su teatro presenta un realismo que trasciende a través del lenguaje poético. O que sus tres dramas rurales son una conjugación de mito, poesía y realidad (en los dos casos cito de memoria). Siempre la poesía, el lenguaje poético, como elemento teatral para llevar la verdad a un escenario. 

En definitiva, estoy convencido de que las posibilidades expresivas del teatro pasan por una cierta experimentación con el lenguaje. Si el lenguaje sirve como vehículo de las emociones, y queremos que las emociones fluyan sobre el escenario, la mejor manera de conseguirlo es lograr que el lenguaje se filtre (teatralmente) desde varios niveles: desde un nivel coloquial para los momentos cotidianos, hasta un momento poético para los momentos dramáticos. Del taco a la poesía.

Conozco el miedo que había a caer en lo pretencioso. Pero sigo echando de menos en el montaje esos momentos poéticos que estaban en el texto y que han desaparecido. Estoy seguro de que si se hubiera mantenido el lenguaje estilizado de los parlamentos con mayor intensidad dramática, la obra tendría una capa más, un regustillo tragicómico que daría más colores a la paleta. Los momentos poéticos ayudan a la sensación de montaña rusa emocional del texto, ayudan a la creación de unos personajes más ricos e imprevisibles y, a la larga, podrían ayudar a los actores a que su interpretación sea más rica en matices.

Casi ná.

Lo que nunca te dije

A veces creo que la única respuesta a tanto desbarajuste es meterse la mano en el pecho y arrancarse el corazón. Toma, aquí lo tienes. Haz con él lo que quieras. Yo ya no puedo sentir nada. No quiero sentir nada. Si quieres echar un polvo, no dudes en llamarme. Pero será un polvo triste, descarnado, sin corazón. Un polvo sin prisa, sin nada que perder, sin esperanzas. Un polvo a corazón abierto. Porque me pones cardíaco. Y ahora mi corazón es tuyo. Puedes hacer con mi cuerpo descorazonado lo que te dé la gana.

Apariencias engañosas

En una esquina, al lado del baño público, una pelirroja exuberante deja caer con gracia un gran bolso que esconde con pudor un móvil que se carga en el único enchufe de la sala. Salta a la vista que la chica ni conoce, ni provoca, ni controla su involuntaria actitud, pero es, ni más ni menos, la de una pelirroja exuberante con un bolso relajado en una esquina al lado de la entrada de un baño público para caballeros.

Sí, se me cae la baba

A Candela le ha dado por escribir. Acaba de ser seleccionada en un concurso de poemas por una obrita de doce versos que espero que me deje colgar aquí algún día…

De forma clandestina, aquí os dejo una muestra de su saber hacer, con un cuento que mi olfato de padre me dice que ya apuntaba maneras hace un par de años.

El bosque mágico

Candela Botello

20 de noviembre de 2009

 Érase una vez un pueblo que se llamaba Bartín. Ahí vivía Marta, una niña que siempre se portaba fatal.

Un día, sus padres le dijeron:

–   No vayas al bosque mágico.

–   ¿¡Qué hay ahí, que yo no puedo ir!?-, preguntó Marta.

–   Pues hadas, duendes, elfos y ogros.

La niña sentía curiosidad, y, a pesar de lo que le habían dicho sus padres, fue al bosque mágico. Se encontró ogros, hadas, duendes y elfos. La niña no tenía miedo, pues aquellas criaturas, malas y buenas, eran de cartón. Las hadas de verdad, cuando vieron a la niña, las pusieron allí para que no se asustara.

Las hadas estaban hartas de que la niña fuera tan curiosa. Al final, llamaron a todas las criaturas del bosque mágico, ¡a las de verdad!, para que asustaran a la niña.

Las hadas, los elfos, los duendes y los ogros del bosque rodearon a Marta. ¡Qué susto pasó al ver a todas aquellas criaturas! Se quedó muy sorprendida al ver a las hadas. Le gustaban mucho. Los elfos no le dieron ningún miedo. Los duendes sí le dieron miedo. ¡Pero los ogros, muchísimo más!

Cuando la niña los vio, salió corriendo.

– ¿¡P-p-por q-q-quééé n-n-no hice caso a m-mis p-p-paaadres!?-, se preguntaba Marta, tiritando de miedo.

Al llegar a casa, sus padres estaban un poco enfadados y muy preocupados por ella, pero la recibieron muy contentos, y Marta nunca más volvió a desobedecerlos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Fin.

Prenominados a los Must! Awards 2011

La Revista Must!, que el año pasado premió La Pecera de Eva como Mejor Serie Nacional, ha preseleccionado Más Allá del Puente como Mejor Propuesta Teatral del año.

La Pecera vuelve a estar entre las candidatas a llevarse el premio. También aparecen prenominados en sus respectivas categorías los actores Joel Bosqued y Aura Garrido, que participaron en La Pecera. Os recomiendo que echéis un vistazo a la revista, que os paseéis por las listas de preseleccionados a los premios y, de paso, os solicito humildemente que votéis cuantas veces queráis (o podáis) por Más Allá del Puente.

Podéis votar en este enlace.

En esta primera fase solo pueden quedar cuatro, que serán elegidos entre los más votados por el público y por los lectores de la revista. En unas semanas, Must! hará pública la lista con las nominaciones definitivas de cada una de las categorías.

Gracias a todos de antemano, y a la Revista Must! por elegirnos entre los ocho mejores montajes del año.

Disfraces

Por la mañana me arranco como puedo de la complicada jungla resbaladiza de los sueños. Me levanto. Respiro. Estiro la cama de cualquier manera, me reinvento en la ducha, me pongo la ropa, el pantalón de ayer, una camisa limpia, una sonrisa manida de segunda mano o la cara de perro bien planchada, un jersey de punto por si refresca y una gabardina con los bolsillos zurcidos. Intento recoger aquí o allí algún resto del naufragio de la noche, una nostalgia de ayer, una experiencia, un trocito u otro de la vida, un recuerdo que me alegre la mañana ante la perspectiva de un nuevo día o que me toque los cojones cuando se le hayan cruzado los cables. Me duele otra vez la espalda, inequívoco argumento de que estas cuarenta y tantas primaveras que llevo a cuestas sobrecargan mis riñones de pasado y de disfraces.

Antes de meter el pijama debajo de la almohada y despertar a los niños, me atribuyo el vestido de padre para llevarlos al colegio. Luego, en el coche, me camuflo de profesional para dejarme las pestañas un poco más quemadas frente al brillo del ordenador, ocho horas sudando lágrimas por los ojos para no quedarme atrás en esta ceremonia enmarañada del talento. Al llegar de vuelta a casa, le doy un par de besos a los niños antes de que se me acuesten y me pongo para la cena el traje de gala de marido dedicado. A veces, cuando tengo tiempo, me pongo los mitones de escritor o las gafas de leer o la camiseta de recibir a las visitas o me echo encima la manta de ver la tele o la chaquetita de punto de no hacer nada. Otras veces, si la suerte me acompaña, me despojo de todos mis disfraces y me quedo en culipatos para compartir cama, cuerpo y amor con esta mujer que descansa a mi lado, que se hace un ovillo entre las sábanas y se amodorra o que me espera a corazón abierto con un brillo en los ojos. Solo entonces doy por acabado el día, el trabajo, los besos, el tiempo, la vocación, la charla y el amor, y me quedo dormido, ay, tan cansado, tan abundante, tan expuesto de nuevo a aquella complicada jungla resbaladiza del principio, que me dejo arrastrar en espiral hacia lo más profundo de mis sueños.

Teatro: «Más Allá del Puente»

La web Absolut Madrid ha publicado una reseñita de la obra. Aquí puedes leerla completa.

Dos obsesos del amor se conocen en un mal momento de sus vidas, un momento en el que ya nada tiene sentido. Dispuestos a cometer una locura si hace falta, esperan que la vida les de una segunda oportunidad y se preguntan si de verdad el amor mueve montañas. Él ha sufrido una puñalada rastrera del amor y ella vive acomplejada física y emocionalmente. Esto les lleva a encontrarse en un puente y que al final, les acaba salvando. El encontrarse así les unirá y ambos decidirán darle una segunda oportunidad a sus vidas.