Felices fiestas

Poner en marcha un proyecto como Esto es otra Historia requiere esfuerzo, sacrificio, trabajo y un equipo humano con mucho talento, muchas ganas de dejarse la piel y mucha paciencia para aguantar el frío, la tensión y las jornadas tan largas.

Como dijo un hombre sabio, el mejor compañero de viaje es el que quiere acompañarte.

Y os aseguro que el resultado merece la pena.

¡Gracias, compañeros!

¡Y felices fiestas a todos!

Es que soy madrileño…

Mi amigo Goyo G. Maestro me ha hecho una entrevista para La Razón en la que hemos hablado de Historia, de divulgación, de humor, del nuevo proyecto en Telemadrid, de lo divino y de lo humano.

Viendo que igual me preguntaba por el tema del momento, me preparé esta respuesta. Me ha quedado tan apañada que me gustaría compartirla con todos vosotros… Esto es lo que tengo que decir del tema de Cataluña.

Es que soy madrileño, y como todo el mundo sabe, Madrid es de todo el mundo; Madrid es de quien se viene a vivir aquí, y todo el que vive aquí acaba siendo de Madrid.

En Madrid hablamos un lenguaje tejido a golpe de fusión con retales del español que se habla en todos los rincones del mundo. Aquí juramos por la gloria de mi mare, llamamos pibes a los amigotes, nos quedamos to picuetos y nos encanta el pantumaca. Y no se nos caen los anillos.

La Cibeles era griega, y se vino a vivir Madrid para acabar siendo la diosa más castiza.

El chotis era escocés, y se vino a vivir a Madrid para acabar siendo el compás más bailongo de nuestras verbenas.

Arniches era de Alicante, y se vino a vivir a Madrid para acabar siendo el inventor de la gramática de majos, chulapos y manolos.

Sabina es de Úbeda, y se vino a vivir a Madrid para acabar siendo el poeta que mejor ha entendido la esencia de lo madrileño.

No se puede ser más madrileño que Almodóvar, que nació en Calzada de Calatrava; que Zidane, que nació en Marsella; o que el Cholo Simeone, que nació en Buenos Aires.

Y no puedo evitar llevar este sentimiento madrileño, abierto y sin fronteras vaya donde vaya. Me he sentido americano en Nueva York, musulmán en Estambul, impresionista en París, más papista que el papa en la Capilla Sixtina y, en el gueto de Venecia, sefardí. Paseando por las Ramblas me he sentido catalán. Me gusta sentirme del lugar en donde estoy, igual que me gusta que la gente se sienta en Madrid como si estuviera en casa.

Pensaba que vivíamos en la Europa de los Erasmus, los vuelos low cost y las multinacionales. Que el proyecto integrador de Europa seguiría creciendo. Que la unión hace la fuerza. Que juntos somos mejores. Porque estoy convencido de que, si queremos seguir el ritmo que se está marcando a nuestras espaldas en el Océano Pacífico, entre Estados Unidos, Rusia y los gigantes asiáticos, más nos vale dejar de mirarnos el ombligo, ponernos las pilas y empezar a trabajar juntos para seguir haciendo grandes cosas.

Por eso, como nací en Madrid por accidente, elijo ser madrileño, aletimadrileño, LaLatinamadrileño, telemadrileño, tricantinomadrileño, castellanomadrileño, hispanomadrileño, euromadrileño, orbietorbemadrileño, madrileño practicante, de vocación y de oficio, y no entiendo de banderas, ni de fronteras, ni de nacionalismos. Soy más de tender puentes, de derribar muros, de acabar con las líneas divisorias y de seguir la senda del mestizaje, la fusión, el eclecticismo y la integración, que es un camino que siempre enriquece, construye, tira p’alante y da muchas alegrías, que ya nos van haciendo mucha falta.

 

Como sé que Goyo no va a poder publicar esta respuesta completa, os la voy avanzando hasta que salga la entrevista y os la comparta del todo.

Gracias, Madrid ;D

Ya tenemos libro nuevo

Os presento el libro El Punto sobre la Historia. Madrid

Madrid es un lugar cargado de historias. La ciudad está llena de puntos que nos gustaría que descubrieras. Coge el libro y sal a pasear, recorre estas diez rutas que te proponemos, levanta la vista y déjate llevar. Busca las estatuas, los cafés, las calles, los palacios, los parques, los rincones, los nombres, los detalles. Pero, sobre todo, disfruta del pasado de Madrid. Estamos seguros de que te sorprenderás, entenderás mejor esta ciudad de locos y descubrirás que la Historia es un punto.

Otro pasito en este camino por la Historia.

EPH Quevedo vs Góngora: más rivalidad que en un Madrid – Barça


El escritor, investigador y divulgador Jesús Callejo nos cuenta un montón de detalles sobre uno de los piques más famosos del Siglo de Oro, el particular «derbi» que jugaron Góngora y Quevedo, dos archienemigos históricos comparables a Batman y Joker o a Superman y Lex Luthor.

La enemistad surgió en Valladolid, cuando Felipe III (¿o fue el duque de Lerma?) trasladó allí la Corte. Góngora ya era un señor hecho y derecho y había ganado ya la gloria literaria. Para que os hagáis una idea, cuando publicó su primer poema, Quevedo era un tierno bebé de un añito. Vamos, que a su lado, era un pipiolín. ¡Pero ojo cuidao con el pipiolín!

Quevedo estaba intentando hacerse un hueco en la vidilla literaria de la época. Si quería triunfar, necesitaba llamar la atención. Y lo típico del momento era que los jóvenes y los mediocres trolearan a los consagrados, esperando que les respondieran. Si manejáis alguna red social ya sabéis de lo que hablamos. Nada nuevo bajo el sol.

A estas alturas ya os podéis imaginar que Quevedo tiró de su afilada pluma y se cebó con Góngora. Y lo consiguió. No solo llamó la atención, sino que Góngora le siguió el rollo. Los dos escritores empezaron a insultarse. Todo el rato. Eso sí, se insultaban con mucho arte. ¡Cómo se las gastaban! Góngora solía referirse a Quevedo como «Francisco de qué bebo», por su desmedida afición a la bebida. Quevedo le recordaba sus orígenes conversos y le escribió:

Yo te untaré mis versos con tocino / para que no me los muerdas, Gongorilla. / Perro de los ingenios de Castilla, / docto en pullas, cual mozo de camino».

El final de Góngora no fue digno de un gran escritor. Dilapidó gran parte de su fortuna en el juego y tuvo que vender su casa. Se fue a vivir de alquiler a una vivienda miserable. En cuanto se enteró Quevedo, compró la vivienda con Góngora dentro, para darse el gusto de cobrarle el alquiler. Aprovechó el primer impago para desahuciarle. Llegó a personificarse para limpiar la vivienda y desinfectarla. Llamó a ese proceso «desgongorización». Que hay que tener mala sangre… Hala, ya lo sabéis. Si en Madrid no hay una placa que dice «Góngora vivió y murió aquí» es por culpa de Quevedo. El pobre Góngora tuvo que marcharse a su Córdoba natal para morir arruinado y abandonado.

Y, para colmo, Quevedo nos cae mucho mejor que Góngora. ¿Será posible?

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EPH El Rey Pasmado y su amor entre bambalinas con la Calderona

Podríamos decir que el Antiguo Corral de Comedias de la Cruz era el número uno del top ten de los corrales de comedias. Todas las obras del Siglo de Oro español se estrenaron aquí.

Además, aquí tuvo lugar una de esas historias de amor pasionales que nos ha dado nuestra historia patria: la que protagonizaron Felipe IV, más conocido como «el Rey Pasmado», y María Inés, hija adoptiva de Calderón de la Barca, más conocida como «La Calderona». La zagala era una actriz pechugona y de muy buen ver. El rey, como su propio nmbre indica, era muy de pasmarse. Así que nada más verla, se quedó prendado. El resto os lo imagináis. El Rey Pasmado se pasmó tanto que, entre pasmo y pasmo, acabó haciendo un pasmadito a la actriz, al que pusieron de nombre Juan José.

El final no es muy romántico. A la reina no le gustó la cosa, y la Calderona acabó sus días como abadesa en un convento de Guadalajara. Aunque cuenta la leyenda que acabó fugándose del convento, incluso que se refugió en la sierra que hoy día lleva su nombre… Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte!

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EPH Haberlos, haylos. Luis Larrodera nos habla de los restos de Cervantes

Hemos quedado con Luis Larrodera, presentador, humorista, guionista, actor… lo que se dice un hombre polifacético, vaya.  para que nos cuente algunas cosas del barrio de las Letras, en el que vivió cuando llegó a Madrid y buscaba algo de la magia del Siglo de Oro para abrirse un hueco en el mundillo de la comunicación.

Divertido, tierno, preciso, nos habla de todo el jaleo que supuso la búsqueda de los restos de Cervantes, que desde 1616 están enterrados en el convento de las Trinitarias. ¡Por cierto! El convento se encuentra en la calle de Lope de Vega, que fue su más acérrimo enemigo en vida.¡Ironías de la Historia! La casa de Lope está en la calle de Cervantes, y Cervantes acabó enterrado en la calle de Lope de Vega. ¡Mira tú qué cosas!

¿Y por qué acabó aquí enterrado Cervantes? Todo tiene su explicación. Cuando el escritor estuvo cautivo en Argel, fue la orden de los Trinitarios la que acabó pagando su rescate. Desde entonces, Cervantes siempre quiso descansar aquí. Pero ya sabéis que en vida no fue precisamente un hombre con muchos recursos económicos, así que, para que el entierro le saliera más barato, durante los últimos días de su vida se le ocurrió meterse a monje.

A Cervantes lo enterraron con los hábitos franciscanos y todo. Luego, ya totalmente difunto, su cuerpo empezó a dar vueltas por el convento, hasta que se le perdió la pista. Hace poco, se realizó una investigación exhaustiva para saber si los huesos de don Miguel estaban aquí o no. ¿El resultado? ¡Ni idea! Vamos, que estar están, pero no se sabe dónde. Los restos de Cervantes son como las meigas: haberlas, haylas. Menos mal que la investigación fue exhaustiva… porque, ¿os imagináis qué pasaría si esto ocurriera con los restos de Shakespeare, por poner un ejemplo? ¡Cuánto tenemos que aprender!

Para añadir más leña al fuego, en el interior del convento se puso una lápida para honrar el «nuevo sepulcro», y van y cometen una errata ortográfica. En vez de ‘Persiles y Sigismunda’, título original de la obra (¡que tampoco es como para hacerse una camiseta!), pusieron ‘Persiles y Segismunda’. La errata parece una tontería. Tan solo una letra de nada. Lo que pasa es que esta letra cambia el título de una obra de Cervantes.  Es como poner ‘Don Cojote de la Mancha’. O, peor todavía, ‘Guerra y Pez’, de Tolstoi. En fin…

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EPH Cervantes: El Tartamudo de Lepanto suena como más flojuno

Aunque la foto sea de Larrodera, en este vídeo hablamos de don Miguel de Cervantes Saavedra. ¿Puede haber un nombre más ilustre? Nuestro afamado escritor es conocido por todos como el manco de Lepanto, debido a sus heridas de guerra en la batalla que lleva el mismo nombre. Pero lo que pocos saben es que, además, era tartamudo. ¡Sorpresa!

Sin embargo, ninguna de estas dificultades impidieron que se convirtiera en el escritor más importante de todos los tiempos. Un crack, es lo que era don Miguel. ¿Y qué hace España con sus cracks? ¡Exacto! No cuidarlos lo suficiente. Tenemos al escritor más importante de la historia y alguien pensó que era buena idea destruir la casa en la que vivió y murió. Muy bien. Una vez más, «Spain is diferent», pero los pelotazos urbanísticos siempre han sido iguales.

Mesonero Romanos, cronista de Madrid, intentó salvar la casa donde vivió Cervantes, pero el dueño acabó derribándola. Aunque hoy la fachada está llena de recuerdos de Cervantes, desgraciadamente no es la casa original.

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